APOLLO/PULCINELLA. Al menos no salimos sedientos

Dos piezas de danza diferenciadas en escena: por un lado el «Apollo» de George Balanchine y por otro, «Pulcinella» con coreografía de Blanca Li. Ambas como un acercamiento a la danza clásica para todos los públicos. Ambas piezas pudimos verla en los Teatros del Canal de Madrid.

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En «Apollo» de Balanchine, considerada obra maestra, observamos esa encarnación de un dios joven (y apolíneo, sí, obviamente) que flirtea con diferentes artes (la música, la literatura o el teatro). Baila junto a sus tres musas hasta que, exhausto, parece atender la llamada de su padre Zeus, que le reclama. No le dejarán, sus musas, irse tan fácilmente. Pero, escuchen con atención, si esta podría ajustarse a una descripción del encanto, de la magia que la danza se ocupase de representar en la pieza de Apollo, debemos reconocer que, al menos a nosotros, poca magia nos alcanzó en el patio de butacas. La coreografía estaba investida de una sencillez en la estética nada deslumbrante y se transformaba en pieza de vitrina, cayendo en ese cliché de danza clásica un tanto emancipada, aburbujada en su altar de las evocaciones que no explotan nunca en una emoción concreta y desatada. No se trata de aspavientos o de responsabilizar a los bailarines y bailarinas. No va de eso. Se trata de la falta de emoción y de que «Apollo», aquí, queda servido con demasiada técnica, pero carente de un deseadísimo pathos.

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Tal vez el impacto de Balanchine y su Apollo pudiese ser mejor estimado en los años sesenta o setenta del siglo XX, pero en esta posmodernidad que habitamos y que nos circunda, la danza clásica, a veces, aún sigue pareciéndose a un entretenimiento destinado a una comunidad de elitistas que creen que el Olimpo tiene reservado el derecho de admisión. Mire usted, la danza ha de provocar algo; hacer que quien esté sentadito en la butaca se quede perplejo, obnubilado, mesmerizado, encolerizado, enfebrecido. Lo que sea menos indiferente o francamente bostezante. Eso es todo lo que este «Apollo» logró con nosotros. Por otro lado, contando con los medios que cuentan las magnificas instalaciones de los Teatros del Canal, aún no entendemos cómo Stravinsky sonaba tan bajo de volumen sin llegar a inundar todo el espacio de la sala. ¿Tal vez eso también nos apartó de la propuesta? No podríamos subestimarlo. De acuerdo: nos diría el erudito. Balanchine hizo el camino del menos es más en su propia evolución artística. Reducir toda parafernalia. Reduciendo narrativa en el ballet. Está bien. Quizás toda esa gramática neoclasicista, a día de hoy, no funcione o funcione igual, estéticamente, como podrían funcionar un hermoso par de jarras de zamac en una mesa para servir agua. Seamos sinceros: encajarían mejor como encantadores adornos.

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La segunda parte de la propuesta, arrancaría con la creación de una nueva versión de Pulcinella que Joaquín de Luz invitó a crear a la coreógrafa Blanca Li. Reto que  ella, según confirman los programas de mano, aceptó porque Pulcinella:

Posee luz y color y, lo que más me gusta, es alegre y está llena de energía. (…) Pulcinella me parece una pieza abierta a todo tipo de públicos por su riqueza musical, su belleza y su energía.

Y, hemos de decir, que es gracias a esta segunda coreografía que formaba parte del espectáculo, que logramos salir con mejor sabor de boca del teatro. Blanca Li sí logra en «Pulcinella» actualizar la propuesta e involucrarse en una coreografía que no es ajena, justamente, a toda esa energía y vitalidad que posee la pieza.

El Stravinsky barroco que se embarcó en el proyecto de componer «Pulcinella» tras haber levantado maravillas como La consagración de la primavera. Su entrada al mundo neoclásico transitando, es cierto, por los contornos de la Commedia dell’arte italiana para narrar la historia de un dandy, llamado Pulcinella (que es un varón, no se confundan), que logra dejar loquitas a todas las chicas del lugar en que vive. Eso despierta los celos de los otros pretendientes con los que rivaliza y se mete en una suerte de entuerto del que Pulcinella sale airoso. Todo acaba bien y cada oveja con su pareja (Pulcinella con Pimpinella, la más agraciada).

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Dentro de la composición de Stravinsky, hay ocho movimientos: Sinfonía, Serenata, Scherzino, Allegretto, Andantino, Tarantella, Toccata, Gavotta, Vivo y Minuetto Finale. Bien podríamos decir que cada una de las piezas de la coreografía de Li se ajustan como un guante a cada uno de los ritmos del compositor. Pone en escena a bailarines y bailarinas multiculturales, jóvenes, que no dejan de plasmar con absoluta entrega todo el recorrido de la historia que se danza. En esta propuesta, nos dejamos embriagar por el dinamismo y la viveza de cada movimiento por mucho que la historia esté impregnada de una ingenuidad ineludible. La complejidad de la danza reside aquí en cómo se compenetra la idea más clásica de la comedia del arte con esa bancada, al fondo de la escena, en la que un nutrido grupo de bailarines ejecutan una serie de movimientos que bien diríamos que funcionan a modo de impecables transiciones. Queda así dotada la propuesta de Blanca Li de un magnetismo necesario para captar la atención del público diverso que poblaba la sala. Objetivo conseguido. Tal vez, y esta es ya idea/sugerencia de nuestra cosecha, nos imaginamos a los jóvenes bailarines y bailarinas con otra indumentaria: como un guiño a la época que Stravinsky y Pablo Ruíz Picasso compartieron en aquel París que alumbraría obras neoclásicas en ambos, nos imaginamos a Pulcinella vestido como esos arlequines que Picasso pintó en su etapa azul y rosa.

En todo caso, esta «Pulcinella» dejó su rastro vitalista, humorístico y cargado de una gracilidad que agradecimos. El agua de esta coreografía ya servida en una jarra de cristal, de formas puras, transparente y que encajaría en cualquier mesa. Al menos no salimos sedientos.

APOLLO/PULCINELLA

PUNTUACIÓN: 3 CABALLOS (Sobre cinco).

Se subirán a este caballo:  Quienes agradezcan el encuentro con una danza neoclásica que, al menos en una de sus propuestas, sabe mirarse en los tiempos que habitamos.

Se bajarán de este caballo:  Quienes no gusten de un Apollo trasnochado y capaz de atraer, con suma facilidad, a los bostezos.

***

FICHA ARTÍSTICA

COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA
DIRECCIÓN ARTÍSTICA: JOAQUÍN DE LUZ

APOLLO, DE GEORGE BALANCHINE

Duración: 28 minutos
Coreografía: George Balanchine
Música: Apollon Musagète, de Igor Stravinsky

Elenco
Apollo: Alessandro Riga (4 y 8) / Sergio Bernal (5 y 6) / Benjamin Poirier (7 y 9)
Terpsichore: Giada Rossi (4, 6 y 8) / Ana Sophia Scheller (5, 7 y 9)
Polyhymnia: Natalia Muñoz
Calliope: Cristina Casa (4 y 8) / Laura Pérez Hierro (5, 6, 7 y 9)

Editor original de la obra musical: Boosey and Hawkes Music Publishers Ltd.
Puesta en escena: Nanette Glushak
Diseño de iluminación: Ronald Batesz

Estreno absoluto por los Ballets Rusos de Diaghilev en el Teatro Sarah Bernhardt de París (Francia), el 12 de junio de 1928. Estreno por la Compañía Nacional de Danza en el Teatro Real de Madrid (España), el 19 de noviembre de 2020.

PULCINELLA, DE BLANCA LI

Duración: 37 minutos
Coreografía: Blanca Li
Música: Pulcinella, de Igor Stravinsky

Elenco
Pulcinella: Shlomi Shlomo Miara (4, 6 y 8) / Mario Galindo (5, 7 y 9)
Pimpinella: Cristina Casa (4, 6 y 8) / Shani Peretz (5, 7 y 9)
Rosetta: Laura Pérez Hierro (4 y 8) / Ayuka Nitta (5, 6, 7 y 9)
Prudenza: Martina Giuffrida
Florindo: Felipe Domingos
Coviello: Anthony Pina
Furbo: Juan José Carazo
Coro de bailarines: Mar Aguiló, Niccolò Balossini, Elisabet Biosca, José Alberto Becerra, Natalia Butragueño, Celia Dávila, Erez Ilan, Tamara Juárez, Sara Khatiboun, Sara Lorés, Toby William Mallitt, Clara Maroto, Marcos Montes, Ayuka Nitta, Milos Patiño, Laura Pérez Hierro, Pauline Perraut, Ana Ramos, Íker Rodríguez, Iván Sánchez, Roberto Sánchez, Irene Ureña

Editor original de la obra musical: Boosey and Hawkes Music Publishing, London
Diseño de iluminación y vestuario: Blanca Li
Estreno absoluto por la Compañía Nacional de Danza en el Auditorio Nacional el 8 de marzo de 2020.

COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA

Director artístico: Joaquín De Luz
Directora adjunta: Marisol Pérez
Director artístico adjunto: Pino Alosa
Gerente: Andrés Bravo Santos
Directora técnica: Matxalen Díez
Directora de comunicación: Maite Villanueva
Director de producción: Antonio Cervera 

Primeras figuras: Kayoko Everhart, Ana Sofía Scheller, Alessandro Riga
Bailarines principales: Cristina Casa, Isaac Montllor, Anthony Pina
Bailarines solistas: Elisabet Biosca, Ana María Calderón, Natalia Muñoz, Haruhi Otani, YaeGee Park, Ana Pérez-Nievas, Shani Peretz, Giada Rossi, Ion Agirretxe, Yanier Gómez, Erez Ilan, Toby William Mallitt, Aleix Mañé, Daan Vervoort

Cuerpo de baile: Mar Aguiló, Natalia Butragueño, Celia Dávila, Sara Fernández, Martina Giuffrida, Tamara Juárez, Sara Khatiboun, Sara Lorés Ara, Clara Maroto, María Muñoz, Ayuka Nitta, Daniella Oropesa, Laura Pérez Hierro, Pauline Perraut, Ana Ramos, Irene Ureña, Alessandro Audisio, Niccolò Balossini, José Alberto Becerra, Juan José Carazo, Felipe Domingos, Mario Galindo, Álvaro Madrigal, Shlomi Shlomo Miara, Marcos Montes, Milos Patiño, Benjamin Poirier, Iker Rodríguez, Iván Sánchez, Roberto Sánchez, Rodrigo Sanz

Coordinación artística: Isaac Montllor, Rodrigo Sanz
Asistentes coreográficos: Parren Ballard, Trinidad Vives
Maestras repetidoras: Yoko Taira, Catalina Arteaga
Pianistas: Carlos Faxas, Viktoriia Glushchenko, Juan Antonio Mata
Fisioterapeutas: Sara A. Harris, Miguel Lacalle, Guadalupe Mª Martín
Patrocinio y mecenazgo: Aída Pérez
Personal: Rosa González
Administración: Manuel Díaz
Ayudante Gerencia: Brenda Karen Lazo
Ayudante de comunicación: José Antonio Beguiristain
Adjunta de producción: Concha Salinas
Ayudante de producción: Javier Serrano, Silvia Leiva
Oficina Técnica: Ignacio Bestuer
Regidores: José Álvaro Cotillo, Rebecca Hall
Maquinaria: Francisco Padilla, Goizeder Itoiz
Electricidad: Juan Carlos Gallardo, Carlos Carpintero
Audiovisuales: Pedro Álvaro, Jesús Ramón Santos, Miguel Ángel Sánchez, Daniel Suárez
Regidora vestuario: Eva Pérez
Sastrería: Ana Guerrero, Mar Aguado, Mar Rodríguez, Ana Cortázar, Mª Aranzazu San José
Utilería: José Luis Mora, Palomia Bravo
Almacén: Reyes Sánchez
Recepción: Miguel Ángel Cruz, Teresa Morató

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Una crítica de Mi Reino Por Un Caballo

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