DOBLE O NADA. Riesgos, los justos

El director de un importante medio de comunicación llevará al consejo de administración de su empresa su decisión acerca de a quién aconseja él para cubrir su puesto. En la terna, sus dos subdirectores: Un hombre y una mujer. ¿En base a qué se decantará la decisión?  Conociendo al consejo de administración, formado por hombres conservadores, lo ideal sería la elección de un varón, pero por qué no su subdirectora. El problema es que, de ella,  el director acaba de recibir una información confidencial que pone la pone en desventaja: está saliendo con otra mujer.

Esta podría ser una suerte de sinopsis de la obra «Doble o nada» que, con dramaturgia de Sabina Berman y dirección de Quique Quintanilla, protagonizada por Miguel Ángel Solá y Paula Cancio, nosotros hemos podido ver en la sala principal de los Teatros Luchana de Madrid.

 

 

Vayamos, primero, a la elección del título: «Doble o nada». En el juego del doble o nada se reta al ganador a jugar por la misma apuesta. De producirse otra derrota del perdedor, este debe dar el doble de su apuesta. En caso de una victoria, es el perdedor quien recupera lo apostado.    La apuesta, aquí, no es económica sino moral: la valía de conseguir el puesto de dirección de una empresa de comunicación. La mujer que se sabe perdedora (o al menos eso parece en una primera jugada), asume el riesgo de poner sobre la mesa su doble o nada.

Con el marchamo de ser obra de éxito en Argentina (ya sabemos que lo de éxito es solo un reclamo), con el premio ACE 2017 a mejor actor y nominada al Premio María Guerrero 2017 a Mejor actor, nosotros quisimos saber qué ofrecía, en realidad, esta pieza.

Comencemos por el texto de Sabina Berman, autora mexicana, que reelabora aquí su obra «Testosterona» (Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón del año 2008, en México). En la trama diálogos ágiles, veloces, las pausa precisas para ir creando una atmósfera de intimidad, de confidencia y, claro, de persuasión. La mujer, subdirectora del medio, ha sido llamada al despacho del director que está a punto de dejar su puesto y busca reemplazo. Conflicto y batalla dialéctica de géneros desde bien pronto. Desde las primeras acciones ya se nos deja claro algo: la subdirectora sabe sacarse las castañas del fuego. Sí, es la que compra y elige los regalos para la mujer del director. De acuerdo, pero es también la que manejará los tempos. No hay aquí una mujer sumisa, sometida. Sí dos hombres ávidos de poder. Uno, ávido del poder de señalar al candidato/a elegido/a y otro (ausente pero implícito) el que se postula para ganarse el puesto empleando artimañas propias de un esbirro de House of cards. La mujer, que interpreta aquí Paula Cancio, se ciñe a un texto que sabe que le va a obligar a demostrar paciencia, persuasión, a tener que confrontar toda una serie de injerencias en su vida privada, a apostar fuerte cuando su contrario crea que está acorralada.

El texto es un juego de piezas que se desgranan sucesivamente. Una escritura articulada en torno a los giros de guion que ponen el espectáculo al servicio de lo intrigante. El texto del personaje del director, nos muestra a un tipo un tanto hastiado de su papel de cancerbero de un consejo de administración rancio y puritano, deseoso de introducir cambios, pero, al mismo tiempo, interesado en jugar la misma partida que aquellos que critica: la del misógino, la del macho alfa, ora perversamente testosterónico, ora abruptamente paternalista.

 

 

Sin querer desvelar nada de lo que ocurre en escena, dado que la pieza se sustenta en su efectismo, las dos interpretaciones logran un punto de compenetración interesante. Creemos que el texto no permite un vuelo de altura y, en cierto modo, limita el repertorio posible de las actuaciones a un vis a vis en un despacho impidiendo el muestrario de un registro más amplio de emociones y un recorrido más dilatado en el arco de los personajes.

La historia, un tanto Mametiana (nos recuerda a algunas de las obras de David Mamet como «Oleanna», mutatis mutandis), obliga al espectador a transitar por una serie de espacios de la intimidad de los personajes; por rincones en los que podemos encontrar letreros en los que leer la palabra «machismo», la palabra «venganza», la palabra «empoderamiento». Es esta la cruzada de una mujer, en un puesto de alta dirección, que no va a morir sin matar, que no va seducir para no sacar algo a cambio.

Miguel Ángel Solá luce más que correcto en su papel de hombre que ha llegado a la cima a base de lamerle el culo a otros, que ha dejado atrás la búsqueda del rigor periodístico (por el que pasó en su momento) y se ha domesticado y anestesiado en el rol de gestor de una empresa. O te amansas o te vas a la calle, parece haber introyectado en su fuero interno. Ofrece adecuadamente un aspecto de tipo hastiado de las dinámicas de su empresa, pero que aún mantiene medio cuerpo dentro del bote de formol corporativo. Actúa con credibilidad y nos resulta genuino. Paula Cancio, la actriz que interpreta a la subdirectora de la empresa, se muestra más contenida, exigencias, suponemos, de la dirección con ajuste a su papel. Nos gusta más cuando se desembaraza de su medido sentido del ritmo, de su consciencia de cada paso dado en escena, y le vemos explotar asumiendo el rol de «o como o me comen». Ambos muestran buena escucha, acertado ritmo, pero la pieza no destaca por su carga emocional o por su capacidad de arrebatarnos con las palabras, con una poética, sino, antes bien por su facultad para mantenernos con la intriga hasta cerrar la última escena.

La escritura, como la vida, se divide entre las personas que, al escribir, arriesgan y las que no.  Aquí, riesgos los justos.

 

 

DOBLE O NADA.

 

PUNTUACIÓN:  2 CABALLOS  y 1 PONI (Sobre 5)

 

Se subirán a este caballo: Quienes busquen un texto apegado al juego de la intriga con el añadido de la guerra de sexos.

 

Se bajarán de este caballo: Quienes gusten de llevarse algún pellizco emocional, alguna filigrana de éxtasis poético.

 

***

FICHA ARTÍSTICA

DRAMATURGIA: Sabina Berman

DIRECCIÓN: Quique Quintanilla

REPARTO: Miguel Ángel Solá y Paula Cancio

ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Rubén Barreira

MÚSICA ORIGINAL: Martín Bianccedi

DISEÑO DE LUCES: Manuel González Gil y Matías Canony

DISEÑO DE VESTUARIO: Silvina Falcon

DISEÑO ESCENOGRÁFICO: Manuel González Gil

DISEÑO GRÁFICO: Lala Key

FOTOGRAFÍA: MCM (Machado/Cicala/Morassut)

PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Rubén Barreiro

PRODUCCIÓN: El tío caracoles

 

 

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Una crítica de Fjsuarezlema

 

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