Joaquín Reyes sube a las tablas del Teatro la Latina su espectáculo de humor «Festejen la broma» y nosotros hemos estado allí para contar lo que nos ha parecido.
¿Habéis oído aquello de que los hombres no lloran? A nosotros, vaya por delante, nos parece una frase bochornosa. Porque el llanto es tan importante en la vida como la risa. Nadie nos suele prevenir diciendo que los hombres no se ríen, aunque habría muchos, seguro, dispuestos a hacerlo. La risa (ese acto psicobiológico de reacción ante algo que nos provoca bienestar o goce, disfrute) es un asunto impagable y más aún en los días que corren.
El cómico Joaquín Reyes disfruta haciendo reír y entreteniendo y eso se le nota en el escenario. Su humor neo hipsteriano rural (esto lo ponemos nosotros) lleva haciendo reír a muchos durante unos cuantos años. La carcajada es un tema muy serio y dependerá de cada cual, de cada filtro, pero en el último show de Reyes es fácil que se presente. Desde el principio (con su presentación y guiño a Lina Morgan) ya caldea el ambiente. Se planta en escena y sabemos que la cerveza que comienza a plimplarse funcionará, algo así, como un reloj de arena. Reyes es una máquina de generar algoritmos perroverdianos que van desde chistes poco agraciados hasta anécdotas que se alargan y se ramifican en historias sui generis junto a preguntas de chichinabo y paradojas reducidas al absurdo. Si hubiese que encontrar algo parecido, podríamos irnos hasta un pueblo de la sierra de Albacete allí, donde viven los personajes de «Amanece que no es poco» de José Luis Cuerda.
De su show nos quedamos con ese efecto que consigue la risa, terapéutica, consoladora y generadora de un eco grupal. El teatro se ríe. Se ríe el o la que está sentado/a a tu lado y te percatas de que la risa tiene ese efecto de irradiación cuya segunda intención es siempre el entendimiento, el efecto de hacernos cómplices los unos con los otros.
Para nosotros, los dos grandes momentos del espectáculo son los siguientes: Por un lado, ese momento de clímax en el que Reyes nos acaba hablando de los dinosaurios y de su pusilánime paso por nuestro planeta. Imperdible. Momento twisted ass. Momento hihgwater. El otro, sin duda, cuando nos sorprende con un invitado llamado Braulio: un conocido, o deberíamos decir allegado, paradigma del cuñadismo, representación del bocachanclas ibérico. Un pata negra tan pronto entrañable como detestable.
Mientras, la cerveza ha ido bajando en el vaso del cómico: un indicador de que el espectáculo se acerca a su final. Final de fiesta con homenaje a los Chanantes. El público, servidor incluido, terminamos cantando aquello de: hijo de puta, hay que decirlo más. Hijo de puta más. Como acto de hermandad, en medio de un eco grupal que era genuino.
Decía Bergson que el mayor enemigo de la risa es la emoción. Y le entendemos cuando habla de suspender momentáneamente una emoción, de desapegarnos y saber mostrar cierta indiferencia a ciertas emociones para que la risa pueda brotar sin frenos.
Lo grande del show de Reyes es que es él quien te ayuda a suspender esa emoción que pueda frenarte y lo hace despacio, sin prisa, hasta que la risa fluye y le aplaudimos por mucho que él diga: no me aplaudan, es mi trabajo o lo que vendría a ser lo mismo: ustedes, festejen, festejen la broma.
FESTEJEN LA BROMA
PUNTUACIÓN: 3 CABALLOS Y 1 PONI (Sobre 5)
Se subirán a este caballo: Los y las fans chanantes y nuis, nuiiiiis.
Se bajarán de este caballo: Quienes no sean capaces de suspender una emoción para dejar fluir su risa.
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Ficha artística
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Una crítica de Fjsuarezlema

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