Una pequeña banda de artistas se presenta para dar lugar a un show musical, pero uno de ellos termina desplomado en el suelo y recobrará la vida por medio de la música.
Esta podría ser una sinopsis, muy sui generis, de la pieza «Be god is» que, de la mano de Blai Juanet Sanagustín, Oriol Pla y Marc Sastre, dirigidos por Espai Dual, nosotros hemos podido ver en su paso por el Teatro del Barrio.
Sobre el escenario, tres kamikazes dispuestos a dejarse la piel en este trance musical y teatralizado que pone, en especial, a Oriol Pla contra las cuerdas de la resistencia física y las molduras del propio cuerpo. Es esta una exploración cómica de eso que se ha denominado slapstick, y que se cimentó en el cine mudo como laboratorio de pruebas con artesanos del oficio como Keaton, Lloyd o Chaplin. La pieza ofrece un recital en torno a un repertorio de gags, salteados con música, en una propuesta blanca apta para un amplísimo rango de público.
Hay en este artefacto, en el que se entiende muy bien aquello de que no hay mejor improvisación que la que está escrita, toda una coreografía del desastre. Y es que, el desastre, es el principal motor alrededor del cual suelen pivotar este tipo de géneros. Si algo puede salir mal, saldrá mal. Esta es la lógica asumida para convocar la risa. Como en las películas de Mack Sennett, la comicidad nace del encuentro con el exabrupto, con la velocidad, la precipitación, el percance, los sopapos y las caídas. Es cierto, dicho sea de paso, que detrás de los porrazos y encontronazos que sucedían a los personajes de las películas de Sennett podíamos intuir o descifrar una, no necesariamente sutil, crítica al estado de la sociedad de aquella época (los albores del siglo XX). Nos cuesta identificar, en la pieza que nos ocupa, unas coordenadas que la sitúen próxima a algún tipo de critica social. Al menos, nosotros, somos incapaces de hallar otra cosa que desenfadado entretenimiento. Si acaso, en el principio, sí atisbamos una mayor mordacidad (véase el número de presentación de la escenografía o de los instrumentos y la parte cantada en latín que no tiene desperdicio).
Vemos a aquellos personajes de las películas del rey de la comedia y no comprendemos cómo podían comprometerse tanto y hasta tal punto en sus escenas. (Dicen las crónicas que la cocaína ayudaba en aquella época).
Aquí asistimos a otro frenesí: el de Oriol Pla que se deja el pellejo hasta el límite de su fuerza para componer un personaje tragicómico, volátil, una especie de pelele, o muñeco de vudú, que se mueve al ritmo de los b.p.m´s de la música que suena en directo. Sentimos que su esfuerzo es de absoluta honestidad como si su cuerpo hubiese sido presa del rapto de un endiablado saltimbaqui. Se le agradece ver como echa toda la carne en el asador.
Lejos de Sennett y de contextos culturales e históricos, muy distintos a los que median en el caso del que hablamos, está claro que la risa continúa siendo un atributo insondable y, todos y todas, seguimos riéndonos de los percances que afectan al resto (que no a uno mismo): un traspiés, una caída, un golpe. La vida puede ser tomada así: como un gag incesante. Es desde esa premisa desde donde parecen tirar en este «Be god is».
Nosotros no podemos evitarlo y, sí, gozamos y sonreímos, también, ante el percance que afecta al otro. Ante su desgracia. Los alemanes tienen una palabra para eso: schadenfreude. Ahora que lo pensamos, quizá esté ahí la crítica, agazapada, de esta pieza: en la reflexión de que el patetismo de los otros nos mueva, con frecuencia, a la carcajada. Es solo una hipótesis. En cualquier caso, mejor la risa que la indiferencia. ¿No?
BE GOD IS
PUNTUACIÓN: 3 CABALLOS
Se subirá a este caballo: Quienes se dejen seducir por el enredo propio del mimo, el gag, o el teatro de calle que incluye música y autoparodia. Los fans de Viyuela o El Tricicle.
Se bajarán de este caballo: Quienes busquen teatro en un sentido más riguroso del término.
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FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Espai Dual
Intérpretes: Blai Juanet Sanagustín, Oriol Pla y Marc Sastre
Diseño de luces: Núria Solina
Caracterización: Diana Pla
Audiovisual: Juan Gamero y Julian Waisbord
Fotografía: Clàudia Serrahima
Escenografía: Xavi “Doctor” Mateu
Producción: Aina Juanet
Distribución: Jordi Juanet
Una crítica de Watanabe Lemans
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