La edición 2024 de Horteralia en el IFEMA madrileño fue todo un éxito. El público, siempre variopinto y decidido a pasarse por el arco del triunfo los formalismos y las correcciones de estilos en indumentarias, fue llenando poco a poco uno de los pabellones en el que había buen ambiente desde la misma apertura (bien temprano). Este año se volvieron a instalar pequeños puestos de mercadillo (con ropa, chapas, merchandising canalla y petardo), así como de comida y bebida para saciar el hambre de unos miles de espíritus dispuestos a reventar los termostatos del hortefan que volverá a las andadas en octubre en extremadura.

No hay una Horteralia sin los pinchadiscos de gotelé que siempre edulcoran y amenizan las transiciones entre artistas con un buen número de canciones que van desde el one hit wonder al ABC del horterismo. Y en el capítulo de los artistas todo correcto para prender la mecha con quienes fueron desfilando por el escenario/pasarela: pistoletazo de salida al ritmo de la Macarena (aaaaay, macarena) con Los del Río (que pese a la sequía y el cambio climático siguen amortizando el single hasta la extenuación).
Nos preguntamos cuánto habrán facturado con ese tema que aún sigue sonando en occidente y oriente. Buscando en Internet, perdón por el salseo, nos topamos con una noticia del diario «El Español» que cifra en torno a los 60 millones de euros lo recaudado por los sevillanos. ¡Ahí es ná!

Entre artista y artista, tiempo para perderse por el pabellón y observar los estilismos, echarse unas fotos, pillar algo de beber o hacer la cola para el jamón serrano (y otro año que con pase V.I.P. nos quedamos sin catarlo). Tras «Los del Río», la fiesta continuó hasta bien tarde. Tal vez esa sea la mayor pega: que muchos artistas pasarían por escenario ya muy avanzadas las horas. Nótese el caso de Yurena (a.k.a Tamara & other names) que llegaría bien avanzada la noche, ya de madrugada, tras haber dejado atrás las actuaciones de Futura chica Pop, Estrella Xtravaganza, Coyote Dax, CherricokeDj, Natalia (de O.T y que siempre nos recuerda a la canción de «El vertedero se Sao Paulo, de Astrud. Por cierto, apunten a Astrud. Maravilla), Whigfield (¿esta mujer tiene 58 añazos? Podría formar una estupenda pareja con el singapuriense Chuando Tan, la estrella emergente de IG), Yola Berrocal (con una más que coherente versión del «Ay, Mamá» de Rigoberta Bandini que cobraba todo su sentido cuando Yola coreaba: «no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas«). Tras la actuación de Yola, un momento esperado de la noche: el de la elección del premio «Riñonera de oro» y «Hombreras de Plata«.

Nosotros, que estuvimos colándonos entre el público, como viejas del visillo, fichando horte looks (pronúnciese horteluks), podemos asegurar que el premio de «Riñonera de oro» estaba cantado para «Horteras y Stitch» con un lookazo horte-disneylandero estupendo y que pondría una sonrisa de oreja a oreja a cualquier fan de la peli «Lilo & Stitch». Todo un experimento 626 de indumentaria (guiño, guiño). También merecido, con arreglo al aplausómetro, el premio «Hombreras de Plata» para el look «perpetrado» por «Olé-olé, choché«.

El cansancio ya comenzaba a hacer mella, a nosotros al menos, tras tantas horas en pie y la actuación de Los Punsetes serviría para que su cantante, Ariadna, no terminase de revivirnos. Claro está que su música nos enganchaba, pero el hieratismo en escena, canción tras canción, nos llevaba a cierto descarrilamiento. De nuevo elevaría los ánimos Soraya con su energía y, en la misma línea, los sucesivos en pasar por el escenario: la boooomba King África, Turista Sueca y la apoteosis ladillera o ladillesca con Ladilla Rusa que, reconozcámoslo, actuaron demasiado tarde y eran el headliner de la noche (no confundir headliner con eyeliner, por favor). (Post data, la polémica politizada sobre lo que dijeron sobre el escenario nos pone de su lado, como si los fans de Ladilla Rusa se asombrasen de que fuesen antifascistas. Lo del hortefacha indignado en RR.SS tras la actuación del grupo, no lo vimos venir. Gracias, Ladillas. A partir de ahora, semos aún más fans).

Fin de fiesta con the last, but not least: Boney M Xperience, revival setentero siempre bienvenido, Malena Gracia (que Dior nos pille conjuntados) y, como no, un icono de la frivolité como Yurena, la diva de Portugalete (off the record: no sabemos si ella se reivindicaría de este modo a sí misma).

Mucho público ya había abandonado el pabellón para cuando Inés Hernand, bien entrada la madrugada, salió para animar a los intempestivos e intempestivas con una pinchada buenrollera.
El problema es que ya quedaba mucha menos gente en el recinto y que este año, desgraciadamente, el timetable de las actuaciones se alargó demasiado estirando mucho los horarios para alcanzar la madrugada. Errores a corregir: no estirar tanto los horarios de las actuaciones para que la gente acabe consumiendo más porque lo que, en realidad, acaba consumida es la gente. Planificar mejor un número de puestos de comidas y bebidas más amplio puesto que algunas colas era insufribles. Tal vez así se ganen más puntos.
Por lo demás, lo que sigue siendo inmejorable es el buen talante de los asistentes, siempre en clave de carpe diem rococó y mostrando una entrega absoluta para la juerga y el disfrute. Qué vivan los Serafinitos, los Santanitas, los lentejuelas, los adocenados, los siúticos, los trillados. Esto es: !Que vivan los horteras!
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Una crónica de Mi Reino Por Un Caballo
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