YAMATO. La catarsis del tambor

Un conjunto de percusionistas del método taiko presenta en el escenario una serie de enérgicos momentos musicales a ritmo de golpe de tambor.

Esta podría ser una suerte de sinopsis del espectáculo “Yamato: el poder de la fuerza humana” que nosotros pudimos ver en el  Teatro Edp Gran Vía, en Madrid.

La esencia del estilo taiko (太鼓), que recoge en este espectáculo la agrupación Yamato, enraiza en las influencias de China y de Corea en la cultura japonesa. Taiko significa algo así como “tambor grande” (y los hay, y muchos en este montaje). Los tambores taiko surgieron, aproximadamente, entre el año 300 y 900 d.C. Hay evidencias arqueológicas que ya apuntan a su existencia en el período Kofun (250–538 a.C), de modo que podemos decir que están integrados en la cultura nipona desde hace miles de años. La mitología también nos habla de ellos al atribuir su origen a la diosa sintoísta Ame no Uzume, que utilizaría un tambor para atraer desde su cueva a la diosa del Sol, Amaterasu, aportando consigo la luz al mundo.

Estrictamente hablando, lo que hace en escena el grupo Yamato es un ejemplo de kumi-daiko (組太鼓), o «colección de tambores». Esta forma de presentación en grupo surgió en torno a los años 50 con la innovación de Daihachi Oguchi (baterista y percusionista japonés conocido por popularizar el arte del taiko). Pronto, este formato de agrupación de tambores se haría popular con ritmos técnicos, coreografías y la presentación de una variedad de instrumentos de percusión.

Los grupos que se enmarcan en el kumi-daiko emplean diferentes tipos de tambores, cada uno con una función específica. Por ejemplo, el llamado nagado-daiko (el tambor más tradicional, con piel de animal y estructura de madera) es el más habitual y convive con otros como el shime-daiko (pequeño, con sonido agudo y claro, utilizado para definir ritmos principales) y el odaiko (de tamaño medio, con cuerpo cilíndrico, utilizado en varias configuraciones) que también juegan papeles importantes. No solo hay tambores puesto que, en no pocas ocasiones, las presentaciones incluyen cánticos e instrumentos de cuerda o de viento.

Con un ritmo endiablado casi salido del juego de Namco/BandaiTaiko no Tatsujin”, los integrantes de Yamato desbordan una energía que deja perplejo al espectador. No hay apenas tregua y las coreografías se suceden unas a otras, con notable esfuerzo, destreza y con sentido del humor en algunas partes, algo más ligeras, pero no por ello menos interesantes.

Entendemos bien que toda esa energía, desplegada en escena por este Kumi-daiko que es Yamato, proceda en sus orígenes no solo de rituales religiosos sino de fuente de motivación de las tropas durante las batallas. Dejarse llevar por el desenfreno controlado y altamente trabajado y voluntarioso de los percusionistas es la manera más corta de acabar siendo trasladado a Japón y a su cultura. Todo suena unívoco y equilibrado, con fuerza, sincronización y lo más importante: se observa la virtuosidad y el enorme trabajo que hay detrás de cada golpe asestado con cada bachi (baqueta) a cada tambor y tras cada coreografía en equipo. Hablan los tambores y hablan los cuerpos de algunos percusionistas que dejan visibles sus torsos en donde se puede apreciar cada músculo en tensión formando parte del engranaje.

El show se mueve siempre dentro de los principios fundamentales del taiko que hablan de la conexión de cuerpo, mente y música. Es lo que vemos en escena: un arte completo, un todo bien integrado. Los principios fundamentales del taiko son:

La actitud (que involucra humildad, respeto y atención plena al tocar), el Ki (気, esto es: la energía que fluye por el cuerpo y a través del tambor, creando una conexión espiritual y emocional), el Kata (型 o forma y postura corporal, que reflejarán la fuerza, precisión y expresividad) y la técnica (que ha de obedecer al control y dominio del tambor, incluyendo el aprendizaje de ritmos complejos). Y todo ello, en mayor o menor grado, se cumple en escena, dejando un espacio, eso sí, para momentos más divertidos y lúdicos (que no están exentos de estos principios, debemos reconocer). Por ejemplo, el momento de la rivalidad con platillos o címbalos y el momento de duelo de percusionistas con tambores en un “a ver quién lo tiene más grande” (el tambor, oiga usted).  

Con un programa que se presenta en 9 actos (tras un intermedio tras el quinto acto), Yamato nos conduce desde el acto uno: “Ashioto” (que viene a significar “Pasos”) hasta el acto nueve “Rakuda” (La Alegría del Golpe) pasando por actos con nombres igual de sugerentes como “Ucho-ten” (Éxtasis), “Rekka” (Fuego salvaje) o “Netsujoh” (Pasión). En definitiva, nos encontraremos con momentos de catarsis, de apoteosis, de cierta épica a la japonesa y todos ellos están a la altura.

El resultado es lograr que como espectadores nos sintamos reconocidos, de algún modo, con la liberación emocional que tiene lugar en el escenario puesto que el taiko facilita o propicia la catarsis con toda su retahíla de golpes intensos y repetitivos, (induciéndonos casi a un estado meditativo), con sus kiai (gritos energéticos que ríete tú de Rafa Nadal en un Roland Garros), con toda la contemplación del movimiento encarnado en los cuerpos, en las posturas, en los brazos potentísimos.

Al salir, es fácil pensar que lo que acabamos de presenciar bien podría haber tenido lugar, como ritual, dentro de un templo antes que dentro de un teatro aunque, también es cierto que cuando se produce la comunión de un espectáculo con el público, el acto pletórico de transformación, todo teatro se convierte en templo. Definitivamente, con Yamato, la catarsis del tambor (no confundir con una novela de Günter Grass) queda elevada a la categoría de instrumento (y nunca mejor dicho) de sanación.

YAMATO

PUNTUACIÓN:  3 CABALLOS y 1 PONI (Sobre cinco).

Se subirán a este caballo: Quienes quieran viajar a Japón a través de los ritmos de sus tambores ancestrales.

Se bajarán a este caballo: Quienes busquen un espectáculo más intimista antes que catártico. 

***

Ficha artística

Ver en Web de la compañía Yamato

***

Una crítica de Mi Reino Por Un Caballo

Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/www.mireinoporuncaballo.blog

Y en Instagram: https://www.instagram.com/mireinopor/

Deja un comentario