JAPAN CULTURE FEST. Con la leña prometida

Durante los fines de semana del 13 y 14 de julio y el 20 y 21 de julio en el Espacio Ibercaja Delicias, ha tenido lugar el Japan Culture Fest y nosotros nos pasamos por allí para poder echarle un vistazo. La siguiente, es la crónica de nuestra visita.

Tal vez no elegimos la mejor de las franjas horarias. Era un sábado, las 17:00 de la tarde del 13 de julio y el calor de veinticuatro quilates azuzaba en Madrid capital. íbamos con expectativas tras haber leído el cartel de la organización del «Japan Culture Fest» en el que se perfilaban diferentes espacios para delimitar zonas con distintas actividades y cuyos nombres eran de lo más sugerente.

Así las definía la organización:

  • Zona Zen: Un espacio meditativo y relajante con talleres de origami, furoshiki y kokedama, además de un Shiatsu corner para masajes relajantes.
  • Zona Umami: Ofrecida por Tokyo-Ya y el restaurante Donzoko, donde podrás degustar delicias japonesas como gyozas, noodles, sushi y postres típicos.
  • Zona Fuji: Una carpa decorada al estilo Shibuya, con exhibiciones de artes marciales, danzas tradicionales y tambores Taiko, además de actividades de manga y cosplay.
  • Zona Sakura: Un área dedicada a los niños, con juegos y actividades típicas japonesas.

Visto así, quién no se iba a sentir atraído. Cualquier amante de la cultura japonesa querría estar en este evento y pasar unas horas en cada uno de los espacios, pero, no fue nuestra experiencia algo que podamos recomendar.

Nada más entrar, acalorados, (hubiera estado bien que instalasen máquinas de agua gratis en el acceso) se nos dice que los talleres ya están todos ocupados. Los que iban a tener lugar ese sábado por la tarde. No pasa nada. Quedan otras cosas por hacer y ver o experimentar. Por ejemplo, qué tal un masaje de Shiatsu en la Zona Zen. Seguro que se imaginan un espacio acorde a su nombre, agradable, de serenidad. Pues la Shiatsu corner era una pequeña carpa en la que una persona hacía unos masajes para quien tuviese las ganas de esperar una considerable cola. Y relajante, a decir verdad, poco puesto que este espacio estaba situado al lado de otra carpa, (ambas abiertas, solo techadas con lona), en la que se estaba dando un taller de alguna actividad. Todo esto nada más acceder al recinto, justo donde te comprueban los tickets.

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La sensación de improvisación comenzaba a agrietar la experiencia. Decidimos continuar, por ejemplo, visitando los espacios donde se ofreciese algo sobre Furoshiki o algo sobre Kokedama. El furoshiki (風呂敷) hace referencia al arte tradicional japonés de envolver objetos con una tela así como al nombre de la propia tela. Las Kokedamas son plantas naturales elaboradas de manera artesanal siguiendo una técnica tradicional japonesa, que consiste en albergar la planta en una maceta orgánica de musgo en forma de bola, de ahí su nombre Koke (musgo) Dama (bola). Solo había que darse la vuelta porque, de espaldas a la carpa de Shiatsu y a la carpa donde se estaba ofreciendo el taller, creemos que de origami, había dos o tres puestos montados: uno con unas cuantas telas furoshiki y otro con unas cuantas plantas kokedama. Sin más. Como salidos de un mercadillo sin demasiado sentido.

Caminando un poco, donde nos indicaron que había más actividades, llegaríamos hasta otra de las grandes carpas (la carpa del Gran Cabaret del Espacio Ibercaja donde tan buenos ratos hemos pasado) donde se instalaba la ¿Zona Fuji? . ¿Se supone que la carpa en la que entramos era la Zona Fuji?  Pocas indicaciones. ¿Por qué faltaba una señalética que indicase en qué zona estabas entrando? ¿Por qué no un mayor esmero y cuidado de cara al público si en tus folletos vendes o prometes zonas diferenciadas? «Mi no entender».

No creemos que hubiésemos entrado en la carpa de la Zona Fuji porque lo que había montado dentro era más parecido a una cantina con disc-Jockey de un pueblo en una verbena que a algo que remitiese al espectador a la cultura japonesa. La zona Fuji debía ser un espacio decorado al estilo Shibuya, con exhibiciones de artes marciales, danzas tradicionales y tambores Taiko, además de actividades de manga y cosplay y nosotros acabábamos de acceder a una sala con luces de discoteca y unas cuantas mesas altas y sillas donde estaba sonando, ¿algo de Hōgaku? (música tradicional más clásica de Japón y sus regiones), ¿De Enka? (música clásica japonesa e influencias occidentales). No. ¿Algo de J-Pop? (Pop japonés actual tipo LiSA) ¿Rock Japonés? (Tipo Bump of Chicken), algo de Tecno Japonés (véase Ken Ishii). Nada de eso. Sonaba el tema «No se ve» de Emilia que, sin duda, encajaría en un festival de cultura latina actual, pero no en uno llamado «Japan Culture Fest».

Prometemos que intentamos quedarnos dentro de la sala, pero no daba para más. En breve empezaría un bingo que, viendo cómo estaba la sala montada, sin compadecerse nada a lo que describían los programas de mano, no nos parecía apetecible.

Quedaba la comida, oh sí. Bueno, no es que fuésemos con hambre, pero el comer y el rascar, todo es empezar. La Zona Umami: «donde podrás degustar delicias japonesas como gyozas, noodles, sushi y postres típicos».

Ya sentimos decir que lo que se ofrecía distaba mucho de ser Umami (en japonés: うま味, vocablo que significa sabroso y que es uno de los sabores básicos junto con el dulce, ácido, amargo y salado). Dentro de la zona conocida como «El Jardín», dentro del Espacio Ibercaja Delicias, esperábamos encontrar calidad de productos japoneses y les aseguramos que poco de lo que pudimos observar en las vitrinas de los puestos distribuidos en esta Zona Umami nos parecía  apetecible. Pillamos un té de cebada, fresco y decente. Tampoco es difícil. Pero la confirmación de la máxima improvisación del evento fue el pedir un Kakigori que vendían cerca de la zona Sakura, el área dedicada a los más pequeños.

Nosotros, que hemos probado comida japonesa, que hemos viajado a Japón, que hemos saboreado un auténtico Kakigori, sentimos decir que lo que se vendía (a 5 euros, nada menos) en el stand donde se anunciaban los Kakigoris no llegaba ni siquiera a la categoría de mal granizado. Un hombre con una máquina de picar hielo bastante precaria te entregaba un bol con hielo, lamentablemente picado, en trozos más grandes que el tamaño de nuestros propios molares y te echaba un sirope pastoso y no muy agradable al gusto.

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Por la Gran Ola de Kanagawa si van a vender Kakigoris ((かき氷), tengan la deferencia de saber cómo hacerlo y no engañar al consumidor. Verán, los orígenes del kakigori se remontan hasta el periodo Heian (794-1185), el considerado de mayor esplendor de la corte imperial. Era una de las delicias de las que disfrutaba la aristocracia en el caluroso veranito nipón (doy fe de un mes de agosto a cuarenta grados en Kioto). Y lo que es más importante: el Kakigori se forma a base de finísimas láminas de hielo que semejan casi la textura de copos de nieve. Insisto, aquí se ofrecían trozos de hielo mal picados, lascas.Tras comer nuestro falso Kakigori, decidimos que ya teníamos suficiente. Jūbun!

Después de este fallido intento por acercarnos a la que se prometía como una pequeña muestra de la cultura japonesa en las tardes de verano de Madrid, podemos decir que si alguien se merece un diez en la organización de este evento, ese alguien es el departamento de marketing. Un diez por parte de su empresa que no del público porque todas las promesas del marketing pueden terminar siendo decepcionantes. Y es que como reza un proverbio japonés: «Con leña prometida no se calienta la casa».

JAPAN CULTURE FEST
Espacio Ibercaja Delicias:
Paseo de las Delicias, 61. Madrid 28045
https://maps.app.goo.gl/HFKUSQa13yX3mZPU9
Sábados 13 y 20 de julio, domingos 14 y 21 de julo
Horario ininterrumpido: Desde las 10:30h hasta las 22:30h.
Precios, desde 12 €

PUNTUACIÓN:  1 CABALLO Y 1 PONI (Sobre cinco).

Se subirán a este caballo: Quienes busquen un pedacito de Japón en Madrid.

Se bajarán a este caballo: Quienes hayan visto trozos de hielo más pequeños en Perito Moreno que en los Kakigori servidos en este Japan Culture Fest.

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Una crítica de Mi Reino Por Un Caballo

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