BERLÍN, BERLÍN. Comedia de puño en alto.

Emma, contratada como cuidadora de la madre senil de Werner Hofmann, esconde un plan: escapar del Berlín comunista del Este al Berlín occidental en la Alemania de finales de los 80. Emma sabe que en el apartamento en que entrará a trabajar hay un pasadizo que les puede llevar a ella y a su novio, Ludwig, a una vida mejor. Lo que no sabe es que el tal Werner, dueño del apartamento, trabaja en la mismísima Stasi, la policía política del Gobierno comunista alemán.

Esta podría ser una suerte de sinopsis de la obra «Berlín, Berlín» que, escrita por Patrick Haudecoeur y Gérald Sibleyras y dirgida por Gabriel Olivares, nosotros pudimos ver en el Teatro Alcázar, de Madrid.

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Tirando de proverbio comunista, citando a Marx: «la historia se repite: primero como tragedia, después como farsa» y es ese salto temporal entre la tragedia y el tiempo que esta tarda en devenir en farsa, el que emplea la comedia, en muchas ocasiones, para retomar asuntos de la Historia que en su día fueron dramáticos y, con el paso de los años, pueden ser pasados a través del tamiz de la sátira o lo burlesco. Haudecoeur y Sibleyras se ponen en modo Francis Veber («La cena de los idiotas»)  o en modo Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, Martyn Burke (Guionistas de «Top Secret», del año 1984) para coquetear con el humor paródico e incorrectamente familiar que aparece esta comedia, de puño en alto, que gustará a un gran número de espectadores.

El timing, analizado desde el punto de vista del juego bien engarzado de «premisa, pie y remate”, funciona en este montaje y una de las claves de bóveda de la comedia. Es fácil transitar el enredo, pero no siempre efectivo en escena. Tengamos en cuenta que la comedia no se nutre especialmente de un texto alambicado o poético sino de frases cortas, gestualidades, guiños, contradicciones en lo que dicen/hacen sus protagonistas. En este particular, el texto es de lo más sencillo y tal vez lo destacable sea su engranaje, es decir, toda la estructura de principio a fin a la que apela su trama.

Desde Francia nos llegan muchos autores o autoras que parecen haber dado con una suerte de fórmula desde la que parodiar y crear espectadores satisfechos con lo parodiado. A nadie se le ocurriría jugar a la comedia con algunos asuntos, pero debemos señalar que el tema de ver a Nazis bobalicones o a espías patosos, por recurrente que sea, no nos provoca animadversión y, al contrario, reírnos de los malos y tolerar las meteduras de pata de los buenos, dentro de una comedia, parece coherente y hasta saludable.

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La Stasi y todo el halo de espionaje y torturas que la rodean queda, en «Berlín, Berlín«, retratada en forma de aplastante parodia que, no olvidemos, etimológicamente proviene del griego y significa «en contra de»; así pues es sabio reírse cuando algo va en contra de la Stasi. (Para drama capaz de reflejar la dimensión de la tragedia que supuso en la cotidianidad de tantos alemanes, en aquella época del muro de Berlín, tenemos películas como «La vida de los otros»).

En lo tocante a las interpretaciones, aunque hay una dirección que tiende a la búsqueda del equilibrio en lo representado, sentimos que hay algunas interpretaciones que están por encima de otras que rozan lo poco genuino por mucho que se trate de una obra que propenda a la caricatura. El personaje de Emma, Ariana Bruguera, no acaba de convencernos del todo pues en algunos momentos sus gestos, sus remates, nos resultan alejados de su personaje. La sensación, en algunas escenas, es que es demasiado consciente del público como cuando un actor o actriz lo es de una cámara y pierde efectividad. Destacamos el papel de Juanan Lumbreras que despunta en su personaje de un oficial de la Stasi ambiguo y simplón al mismo tiempo y, pese a su interpretación deliberadamente afectada, es eficaz (tal vez precisamente por el punto que le añade de comicidad su descaro y sinvergonzonería). Papel igualmente simplón, a modo de un Homer Simpson de manual, el de David Carrillo que encarna a Ludwig, la pareja de Emma. Entendemos que la dirección lo ha querido llevar por el papel de papanatas creyendo que ese subrayado en su ingenuidad es ganzúa en comedia, pero hay momentos en los que la dosis es sobredosis. El resto del reparto funciona integrado y coherente. Nos gusta especialmente el tono de Esperanza Elipe en su papel de mujer de Werner Hofmann siendo también ella oficial de la Stasi.

Digamos que la segunda parte de la obra, que transcurre en el espacio de los cuarteles de la Stasi, son los más entregados a la causa, hacer reír con guiños, sucesión de gags y enredos que no dejan de recordarnos a un montón de referentes (el de los pichones, inevitablemente nos retrotrae a la película «Top Secret»).

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Con todo lo dicho, «Berlín, Berlín» se puede erigir en comedia más que simpática en la cartelera madrileña actual y creemos que su mayor virtud recae, sin duda, en la transversalidad de públicos que podrán salir satisfechos. A pesar de estar ante un texto bien simple, la trama de la obra, su ritmo y su decente sincronización escenográfica, conducen a un resultado final lo suficientemente solvente como para lograr sacarnos una sonrisa.

BERLÍN, BERLÍN

PUNTUACIÓN:  3 CABALLOS y 1 PONI (Sobre cinco).

Se subirán a este caballo: Para quienes busquen comedias sencillas con reminiscencias políticas. 

Se bajarán a este caballo: Los amantes de la risa intelectualizada.

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FICHA ARTÍSTICA

Autores: Patrick Haudecoeur y Gérald Sibleyras.
Dirección Gabriel Olivares.

Intérpretes: Juanan Lumbreras, Ariana Bruguera, David Carrillo, Esperanza Elipe, Guillermo Sanjuán, Javi Martín, Dani Luque, con la colaboración especial de Eloy Arenas.

Producción Carlos Larrañaga.
Diseño Escenografía Marta Guedán.
Diseño Iluminación Carlos Alzueta.
Diseño Vestuario Mario Pinilla.
Música y sonido Tuti Fernández.
Diseño Gráfico Hawork Studio.
Audiovisuales Sergio Avargues y Dani Estevan.
Ayudante de dirección Jesús Redondo.
Ayudante de producción Beatriz Díaz.
Asesor de movimientos Andrés Acevedo.
Asesora vocal Yolanda Ulloa.
Director Técnico David González.
Construcción de escenografía Espacio Odeon.
Regiduría y gerencia Sabela Alvarado.
Prensa Ángel Galán Comunicación.

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Una crítica de Mi Reino Por Un Caballo

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