AÑORANZA Y SIESTA. Comedia galvanizadora para un reencuentro posible

España ha sido dividida en dos mitades y los paisanos y paisanas de un lado y otro miran con inquietud y socarronería ese nuevo mapa surgido de las diferencias antes que del entendimiento.

Esta podría ser una suerte de sinopsis de la obra «Añoranza y siesta» que, con texto de Eva Mir y dirigida por Eva Carrera y Javier Hernández, nosotros hemos podido ver en el Teatro Quique San Francisco, en Madrid.

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Con un tono en el que a veces uno podría encontrar al José Luís Cuerda del «Amanece que no es poco» y otras veces a los cuadros cómicos de Muchacha Nui, la dramaturga Eva Mir elabora un texto repleto de recovecos a los que asistir mediante pequeñas escenas que funcionan como vasos comunicantes y donde el nexo común es el imaginario de una España separada en dos mitades: una, implícitamente, más escorada hacia el progreso y otra más escorada hacia el conservadurismo.

Es cierto que algunas de esas escenas logran comunicar mejor la idea que otras, pero en general, de manera panorámica, podemos decir que estamos ante una comedia inteligente, milimetrada y bien tamizada con un texto rico en evocaciones e imágenes así como en filigranas y pequeños detalles que lo dotan de una gran capacidad de concitar el humor y el asombro. Podríamos hablar de que el mapa de España se torna aquí como una especie de 13, Rue del Percebe en horizontal que nos llevará a toparnos con un nutrido número de personajes pasados por el filtro de los tópicos y los estereotipos, pero renovados, remirados desde otra óptica: la de un lenguaje y una reflexión actuales, estilizadamente contemporáneos.

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En ese corolario de fauna que vamos hallando en cada escena nosotros nos quedamos con pequeñas piezas dentro de la pieza: por ejemplo con la escena de la conversación en torno a la tortilla de patata y la revelación de un secreto que aboca a una pareja veterana a una crisis importante. La conversación posee el estupendo y calculado efecto de una metáfora para poder hablar de algo que nos remite, en realidad, a otros significados cargando las tintas en los significantes. Toda la obra es un juego con estos últimos, con los significantes, desde el momento en que debemos asumir la imagen de un país separado en «Es» y en «Paña».

Otra de las escenas que más nos ha gustado es la del reparto de territorios entre dos personajes absolutamente irreverentes que deciden negociar las fronteras y resolver qué territorios quedarían en cada lado. Ahí es donde encontramos una mayor carga de reflexión en torno a la idea de un país diferente entre norte y sur, entre un país en el que llueve y hay eucaliptos y otro en el que no llueve y todo es páramo; entre un país que cree tener la razón y otro que intenta no perderla.

Todas las escenas poseen ritmo y están bien trabajadas aunque en algunas de ellas encontramos menos ligazón que en otras. No acabamos de comprender muy bien las disertaciones sobre el teatro y las reuniones de lluvias de ideas de un director con su grupo. No es una escena que logremos imbricar muy bien más allá de la idea de reflexión de lo necesaria que es una cultura capaz de no venderse a ningún lado o de transformarse en galvanizadora de una unión en torno a aquello que nos debe reunir (que son las manifestaciones culturales).

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En el apartado interpretativo Cristina Presa, Javier Lera, Jorge Páez, Lourdes García y Mario de la Iglesia, salidos de la cantera del Estudio Juan Codina, lo dan todo en escena con ganas, con buen pulso y mucho apetito por meterse en los zapatos de un número amplio y versátil de personajes. Destacan, para nosotros, la actriz Lourdes García y el actor Jorge Páez. Ella por capacidad de echarse a la espalda personajes femeninos algunos cuasi ridículos y salir airosa. Él por su capacidad de contención y control de una potencia y un impulso que se le percibe y por su manejo de la corporalidad y del punto de vista. Todos y todas, eso sí, están muy equilibrados.

Eva Mir se alzó con esta pieza, «Añoranza y siesta» con el Premio del III certamen Internacional de Comedia 2023 convocado por el Teatro Español (resultando mención de honor el texto de Fco. Javier Suárez, «Hombre acariciando cocodrilo») y podemos decir que el texto reúne un incontestable catálogo de hallazgos y de comedia próxima al meme, a lo contemporáneo. También debemos asegurarles que no les dará tiempo a dejar de encontrar frases, conversaciones o disertaciones propicias para el asombro y la reflexión (antes que para la añoranza y el sesteo) porque esta pieza es toda una comedia galvanizadora para un reencuentro posible.

 

AÑORANZA Y SIESTA

PUNTUACIÓN:  3 CABALLOS Y 1 PONI (Sobre cinco).

Se subirán a este caballo: Quienes gusten de comedias contemporáneas escritas con inteligencia.

Se bajarán a este caballo: Quienes solo sepan reírse con los tópicos de siempre.

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Ficha artística:

Dramaturgia Eva Mir
Dirección Eva Carrera y Javier Hernández
Reparto Cristina Presa, Javier Lera, Jorge Páez, Lourdes García y Mario de la Iglesia
Ayudante de dirección Aleix Esqueret
Diseño audiovisual Road Experience
Diseño de escenografía Cristina Hermida
Vestuario Ángela García
Diseño espacio sonoro Aleix Esqueret
Diseño de Iluminación Edgar Calot
Técnica de función Yolanda Berasategui
Cartelería Sara Robisco
Grabación y edición de video promocional Iván Melguizo y Lucas F. Canosa
Producción Charlie Bravo
Producción asociada Andrea Duro y Estudio Juan Codina

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Una crítica de Mi Reino Por Un Caballo

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